Anticatalanismo programado

Imagen anterior: instante de una presentación donde se narra la lógica de la manipulación de la historia, en el siglo XVIII.

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En el siglo XVIII se impone la necesidad de reescribir la historia, para legitimar un nuevo orden global. Aparecen, entonces, poderes alternativos a las estructuras estatales, y se crea un imaginario que se mantiene firme hasta el siglo XXI. Lamentablemente, sin embargo, se crean falsos pasados a costa de la verdad, y de las razones de ser de los pueblos y las culturas, que son sacrificadas. El caso catalán es excepcional. Los catalanes (junto con el orden salomónico, espiritual, militar y financiero) son protagonistas del traslado de poderes hacia Europa Occidental, provenientes de Oriente Medio (Egipto y Constantinopla), pero, precisamente por ello, deben ser intervenidos. De este modo se oculta este episodio, cuya conciencia evitaría toda posibilidad de reconstruir la historia a favor del (renovado) cristianismo occidental. Nace, así, en la Montserrat benedictina (guardiana de la autoridad simbólica de María Magdalena), la Compañía de Jesús. Se prostituyen los símbolos y los linajes repensando el bien común, y se diseñan los poderes abolutos del Papa de Roma, así como los poderes imperiales para el reparto del control del mundo. Historia, textos sagrados y cronología se dilatan y se fusionan en un único mapa mental que incorpora mitos y leyendas para darle robustez.

En el siglo XXI, tras tres siglos de vigencia, todo este proyecto debe ser revisado, pese a todo aquello que conlleva. Cometió el error de no saber contener el discurso xenófobo y, ahora, ya no tiene sentido. El caso catalán forma parte de esta anomalía histórica, y reclama ser atendido, pero para su reparación es necesario reconstruir el pasado, desmontar el relato oficial y poner a la luz verdades incómodas.

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Anticatalanismo xenófobo

(Traducción al castellano del artículo del mismo nombre publicado en el periódico EL PUNT AVUI, el día 30 de diciembre de 2018) CLICAR

El anticatalanismo es xenófobo, y en España está presente en el sistema institucional por razones de poder. Lo está desde que Castilla decide, en el siglo XVIII, inventarse la historia de España a costa de faltar a la verdad, con el visto bueno de la Iglesia inquisitorial, para crear el imaginario épico de un falso pasado carente de toda gloria. Lo hace a costa de los pueblos musulmán y judío, y también a costa del pasado catalán al servicio del Imperio romano. Desde Castilla se crean falsos apellidos, falsos héroes y falsas glorificaciones de los iconos de Santiago, la virgen cesaragustiniana (el Pilar de Zaragoza) y la misma Toledo. Castilla se apropia de lo que no le corresponde, ya sea de las tierras que ocupa como del relato histórico original, en el que el conde de Cortés, de la familia imperial bizantina catalana, pariente de Colom (Colón), sienta las bases. Se inventa, así, el imaginario del poder de los Austrias españoles, que nunca habrían gobernado España. De este modo, se legitima la ocupación peninsular y los monarcas, junto con una nueva Roma radicalizada, se alían para imponer la cosmovisión cristiana inquisitorial. En el caso de la España borbónica, se borran poderes antiguos, catalanes, judíos y musulmanes y el nuevo monarca se propone así crear un patriotismo al servicio de su empresa hostil. Resultado de un poder ilegítimo, desde una perversión de la autoridad castellana, y navarra, borbónica, se crea un discurso xenófobo desde las propias instituciones del poder intruso.

En 1714 hay un giro en la historia humana. Desde Europa se vence la fidelidad catalana al templo salomónico y se crea un nuevo orden mundial. Desde entonces, se traza el destino del españolismo castellano imperial, anticatalán y xenófobo por necesidad. La masonería es el poder alternativo, opuesto al proyecto del Vaticano con el brazo católico de los Borbones. Con el tiempo, todo se transforma.

En el siglo XXI, el discurso xenófobo renace de nuevo, resultado de una transmisión enfermiza generación tras generación, abuso tras abuso, golpe de estado tras golpe de estado. El españolismo castellano xenófobo es radical porque nace de una farsa, y desde la radicalidad mantiene su vigor, que nadie osa detener. El ejército golpista, la monarquía intrusa y la iglesia patriótica instalada en los poderes intrusos lo mantienen vivo. La política asociada es su representación democrática. Así, este poder recupera el discurso xenófobo cuando teme no poder contener la capacidad de rebelión interna, mientras estimula la debilidad de la denuncia internacional resultado, precisamente, de una historia del poder manipulada. Por esta razón, cuando el catalanismo expresa su identidad, y muestra su derecho a la libre determinación, como pueblo, florece la xenofobia. Entonces, los xenófobos practican el abuso y, en una era en la que ya no se puede controlar la información, cometen el error fatal. Se exponen al juicio externo, pierden su legitimidad y actúan motivados por el miedo. La xenofobia muestra su rostro, y es ajusticiada. Los jueces son juzgados, y los sitiados liberados.

Mentir, violentar, amenazar, condenar y encarcelar faltando a la verdad y a la justicia fundamental tiene consecuencias.

Andreu Marfull
2018-12-30

3 pensaments sobre “Anticatalanismo programado

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